miércoles, 21 de noviembre de 2012

Por última vez

Por fin había tomado una decisión, esta sería la última vez.
Así que  se estaba preparando a conciencia.
Con la lista de la ropa y los complementos en una mano y un rotulador en la otra, fue poniendo sobre las camas todas y cada uno de los atuendos al completo para luego ir llenando la bolsa, y los porta trajes.
 
Todo según su orden establecido hace años, muchos años desde que decidió seguir en este hobby a su padre. Primero los zapatos y zapatillas, seguidos de las medias y calzas, enaguas y cancan. Continúo con el resto del cuerpo. Blusa, maillot, corpiño. Y para terminar los mil y un accesorios pañuelos, lazos pendientes, flores peinetas. Y todo lo iba metiendo despacio punteando en su lista, para que nada se quedara en casa.
 
Le daba pena que llegara el momento de ponerse todo aquello, por que con las prisas de los cambios, todo era un desbarajuste,  y todo el tiempo que había tardado en organizarlo, tardaba 5 minutos en desmoronarse.
 
Miraba el reloj, ya quedaba menos 5 horas.
 
El ensayo consistía en correr con la mitad de la cara pintada , y algo de los trajes puestos mientras corriges posiciones , entradas salidas, y mides los espacios, que luego a oscuras y en silencio tenia que hacerlo sin pensarlo. Era otro de los rituales que le maravillaban
 
Los nervios se iban a apoderando cada vez más de su estomago, era algo inconsciente, si en ese momento le preguntasen ¿Qué tal? Ella te diría  - Bien tranquila- pero su cuerpo no estaba en ese mismo punto.
 
Otra vez el reloj ya solo quedaba media hora.
 
Todos vestidos, preparados entre cajas esperando el último momento para colocarse en el escenario. No pudo contener las lágrimas por mucho tiempo, pero no podía dejar que recorrieran sus mejillas y estropearan todo el trabajo de la última hora.
 
Ahora no había reloj, no sabía cuantos minutos faltaban.
 
“A escena”  Y fue muy muy despacio para que el tiempo no pasara a colocarse en su marca antes de que sonara la primera nota… aplauso y
 
¡ARRIBA EL TELÓN!

viernes, 9 de noviembre de 2012

Un Millón de Besos


Pensé que la primera vez que te viera estaría preparada para ese momento, que tendría todo controlado, total llevábamos más de un año esperándote, creí que me había imaginado todos los supuestos… pero no.

 

No recuerdo si fuiste el tercero o el quinto, te costó salir del pasillo que daba a las habitaciones, Éramos muchas personas para ti, todo nuevo desconocido, con lo poco que a ti te gustan las primeras veces. Tigist te empujaba suavemente mientras que repetía "Abenezer is very especial" con ese inglés de acento y forma imposible. Y no le faltaba razón.

 

Y en ese momento empezaste a llorar, pero no un lloro cualquiera, el lloro más desgarrador que he oído en mi vida, tus ojos estaban muy abiertos y fuera de sus órbitas, mirabas a todos los lados buscando algo seguro a lo que agarrarte, y nosotros, tus padres no éramos en ese momento la mejor opción. No exagero nada diciendo que estuviste horas llorando y tampoco exagero diciendo que pensé que había tomado la peor decisión de mi vida, pensé que no sería capaz de hacerte feliz. Que equivocaba estaba.

 

La situación era muy difícil, dos padres primerizos con todo el miedo del mundo y un bebe de 18 meses muerto de miedo, y solo se me ocurrió besarte, mucho, todo el rato, durante todo el tiempo que estuvieras llorando. No dejamos de besarte, esas mejillas regordetas, los brazos, las manitas, el pelo, sin parar miles de besos, que no se terminaban nunca.

Después de muchas horas, de salir y volver a la casa y otros miles de millones de besos, por fin paraste de llorar, aunque la tristeza de tu cara tardó en desaparecer unas horas y 12 horas de sueño.

 

Y desde entonces, darte un millón de besos, como te gusta decir, es el mejor bálsamo, para tus nervios, tus enfados, tus inquietudes y tus miedos; y lo mejor de todo es que con casi 6 años ya los pides si los necesitas y yo me derrito mientras te lleno de besos, grandes, pequeñitos y de todos los colores, y tu ríes a carcajadas intentando decir más, más.

Hoy pienso darte un millón de ellos sin que me los pidas y por que si, por que hoy soy yo la que los necesito.