Y por enésima vez cierro la puerta a mí espaldas sin saber si habrá una próxima.
El buen recuerdo queda ensombrecido por la ansiedad no controlada de querer más, aún sabiendo que no es posible, que en el fondo no lo quieres.
Pero... ¡ay! . La cabeza piensa diferente de lo que el corazón siente y no siempre están de acuerdo.
No quiero atarme , pero ansío nuestros encuentros casi con desesperación.
No lo necesito, pero si no lo tengo me falta el aire.
No es el centro de mi vida, pero no puedo dejar de pensarnos.
No quiero futuro, pero deseo más tiempo.
No quiero explicaciones, pero evito aquello que puedas decirme.
No puedo dar más, pero ¿y si lo hiciera?
No quiero dar más, pero algunos días...
Y entonces te vuelves a engañar para darte algo más de tiempo. Para que uno de los de los dos ceda y deje de luchar.
Pero entonces te levantas y no quieres dejarte llevar, quieres tomar las riendas, quieres decidir sin necesidad, ansia o miedo a perder, o a perderte.
Hoy gana la razón, mi razón, mi amor propio, yo. Levanto la cabeza sonrío.Puede que vuelva otro día o no.
Y todo vuelve a empezar.