viernes, 24 de junio de 2016

Sentada en la terraza


Había pensado en volver, pero por decisión propia, no por circunstancias que se me escapaban de las manos.

Estaba sentada en la terraza, mirando al mar, era mi momento favorito del día desde que salí huyendo de su casa.

Un toquecito en el hombro.

Te acaban de llamar. Deberías hacer las maletas e irte, y aun así no sé si llegarás a tiempo - Susana sabía cómo decirme las cosas, si en vez de coger el recado de esa manera, como ordenándome ir, me hubiera pasado el teléfono, sabe que no iría.

Hacer la maleta fue un suplicio. Una lucha interna conmigo misma, imaginando una y otra vez las situaciones y conversaciones que me podría encontrar.

El vuelo no fue mucho mejor, todo lo que creía superado, olvidado, aparecía de golpe en mi cabeza, haciendo sentir que estos 8 años no habían pasado.

No había nadie esperándome, como era lógico. Me acerqué a la parada de taxis y aguarde la cola. No tenía ninguna prisa por llegar.

Hola, has venido - dijo mi hermana con su habitual tonito de superioridad.

Sí, estoy aquí. ¿Dónde está? - pregunté sabiendo de antemano que llegaba tarde, pero tenía la esperanza de poder decirle adiós.

Lo siguiente que recuerdo son muchas personas que no conocía dándome el pésame, lloros de fondo y cuchicheos sobre la mala hija que vuelve a limpiar su conciencia.

Fueron unos días muy raros, yo sola, apartada. No es que tuviera mucho que decir pero tampoco me dieron Opción. Así que lo único que quería era liquidar papeles y largarme de allí. ¿Por qué habría hecho caso a Susana?

Me comporté como una "buena" hija, firmé todo lo que me dieron, no pedí nada y me prometieron llamarme si hubiera algo para mí. Cómo si ese algo que ellos ansiaban a mí me fuera a solucionar el vacío que te provoca no despedirte de tu padre. Y me marché con la certeza de no volver.

Estaba sentada en la terraza, mirando al mar, era mi momento favorito del día desde que salí huyendo de su casa.

Un toquecito en el hombro.

Ha llegado este sobre para ti, si me necesitas estoy dentro - Susana me puso el sobre en las piernas y mientras andaba hacia la casa me acarició cariñosamente la cabeza.

Cogí el sobre con tanto miedo que me temblaban las manos. Lo abrí, un post-it amarillo pollo que ponía una nota firmada por mi hermano el pequeño:

Encontramos esto en la mesilla de tu padre con una nota que decía que te lo mandáramos. Jorge

Qué detalle por su parte.

Mi padre quería que me llegara, que yo tuviera algo de él. Y me sentí la peor persona del mundo, por no darle una explicación de mi huida y no haberme despedido.

Y es algo con lo que tengo que vivir.

(cont.)

 

 

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