Ocupo mis manos y mi mente para evitar coger el teléfono y llamarte, para no fantasear contigo, para no cruzar la calle y verte.
Es un problema mío, lo sé.
Yo puse las normas, mis normas. Yo decidí que hacer con mi vida.
Pero en mis normas no había excepciones. Ilusa, la excepción eras tú, siempre fuiste tú.
Y ahora después de meses saltándome las mis normas, haciendo como que nada pasa, que todo es pasajero, que solo es cuestión de pasarlo bien, me descubro imaginando una vida junto a ti.
Eso no entraba en mis planes. Tú no entrabas en mis planes.
Pero ya es tarde, te he dejado entrar y no hay manera de sacarte.
Me prometí no caer más en un pozo en el que no pudiera salir y estoy a punto de no cumplirlo, pero todavía las cicatrices del último escuecen y me recuerdan que sólo yo por encima de todos y todo merezco la pena.
Así que aquí termina todo, que no el sufrimiento por no tenerte cerca, eso no termina con decir hasta aquí, termina, cuando no te piense, cuando no te siente sin no estás conmigo, cuando no añore tu olor, cuando no sueñe con tu piel.
Entonces estaré curada, o no.
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