Cuándo pasa la primer vez te angustias, la rabia te consume, te enfadas, no entiendes nada y piensas que no puede volver a pasarte.
La frustración es casi insoportable pero una pequeña parte de ti lucha porque no te condicione las acciones y pensamientos del otro, de ti.
Pero ¡ay! cuándo ya son unas cuantas.
Tu parte racional empieza a tomar la delantera para minimizar daño y aprende , gracias a Dios, a priorizar.
Y ahí estoy yo. Soy la primera, ahora lo sé, ahora lo siento.
Entonces el dolor es menos, pasa a ser decepción.
La rabia se convierte en pena.
La angustia se disipa y es una pequeña punzada que se olvida.
Y entiendes que no vale la pena penar por ello.
Pero ahora lo que duele es la desilusión que no querías ver; que el tiempo invertido es algo perdido y saber que en el fondo tenías razón y ésto tenía que pasar.
Todo tiene un final, tú también.
La frustración es casi insoportable pero una pequeña parte de ti lucha porque no te condicione las acciones y pensamientos del otro, de ti.
Pero ¡ay! cuándo ya son unas cuantas.
Tu parte racional empieza a tomar la delantera para minimizar daño y aprende , gracias a Dios, a priorizar.
Y ahí estoy yo. Soy la primera, ahora lo sé, ahora lo siento.
Entonces el dolor es menos, pasa a ser decepción.
La rabia se convierte en pena.
La angustia se disipa y es una pequeña punzada que se olvida.
Y entiendes que no vale la pena penar por ello.
Pero ahora lo que duele es la desilusión que no querías ver; que el tiempo invertido es algo perdido y saber que en el fondo tenías razón y ésto tenía que pasar.
Todo tiene un final, tú también.
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