lunes, 18 de agosto de 2025

El poder del olvido

Han sido muchos los incendios que he visto a lo largo de mi vida en Galicia , porque llevo veraneando y más 45 años allí .


Hoy volvíamos a Madrid y el panorama es desolador.


Más del 90% del camino había una "capa" de humo acojonante. Nunca vi nada igual.
No sé veía más allá de 5 metros, oscuro y olor a fuego.


Además la mayor parte de del camino, Galicia, Castilla y León están QUEMADAS.

Hemos visto como salía todavía humo y alguna que otra llama en buena parte del camino.


¡¡Estamos hartos!!


Los últimos 20 años hemos sobrevivido con políticas públicas muy deficientes que ya empiezan a verse en pleno apogeo : nulo mantenimiento, conservación e inversión.


Sumémosle que en los últimos 5 años "nos" ha pasado de todo y los servidores públicos siguen sin estar a la altura.

NINGUNO.


Pero se les llena la boca diciendo : ¡Qué pueblo más responsable y solidario tenemos!


Claro, porque si nuestra supervivencia depende de aquellos que cobran por gestionar un país y no hacen nada bien, estábamos jodidos.


¿Cuánto vamos a tardar en olvidarnos de éste verano negro?


Nos hemos olvidado de los médicos y los muertos.


De la palma, el volcán y sus consecuencias.


De la Dana , las víctimas y su futuro.

Ahora tocará el fuego.

Por no nombrar, los inmigrantes muertos en el mar, los mejores desprotegidos, las mujeres asesinadas, el negro futuro de los jóvenes (enmacipación, trabajo), los números nefastos en empleabilidad, el descrédito de la adjudicatura , la deriva del mal llamado cuarto poder, que se vende por poco, la dificultad extrema para llegar a fin de mes de una parte muy amplia de la población, lo de la educación, sanidad y agricultura es ya para llorar y así un largo etcétera.


Pues en olvido nos estamos convirtiendo, cuando no somos capaces de exigir a quien pagamos si, con nuestros impuestos, para que lleven, dirijan y gestionen un pais en el que vivir decentemente.


Somos muchos más lo que queremos hacer las cosas bien , que a los que solo les motiva y les hace gracia enfrentarnos todos los putos días y seguir cobrando su sueldo público.


¡Qué hartazgo!


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