viernes, 13 de septiembre de 2013

Una Llamada

-¿Dígame?. -Hola Marta, soy Carlos, ¿cómo va todo? Me ha dicho Sonia que te llamara par dejar cerrado lo de Segovia.

Silencio.

Se paro el mundo, al escuchar su voz, durante unos segundos que me parecieron eternos. Esa voz la conozco, pero… nunca había sonado así; me gusta.

 

Conocía a Carlos y Sonia desde hace un par de años, teníamos una buena amistad, a la que se unía otra pareja más. Aunque no sé si podríamos definirnos  a Quique y a mi como pareja, después de 4 años no sabia lo que éramos, probablemente siguiéramos así, durante tiempo indeterminado.

 

Sabia perfectamente como era Carlos, no era la primera vez que hablaba con el por teléfono pero está vez algo hizo que mi cabeza volara junto con mi imaginación a sitios no conocidos para mi.

Por que me había costado tanto reaccionar a su voz, por que me costaba respirar y por que cuando colgué tenía la típica sonrisa tonta de mujer ilusionada. Decididamente no volvería a pensar en ello, será que hoy no tengo el día.

 

Por noche tumbada en la cama leyendo, no podía concentrarme. Había estado todo el día tan ocupada que no me había acordado de la llamada, pero  llegó la tranquilidad y volvió mi imagen de desconcierto al oírle. Cómo narices quitarme su imagen y su voz, necesito dormir y ya tengo bastante con mi poco tranquila vida, como para preocuparme por sentir, ups... que digo, que pienso , sentir , no , no puede ser , Carlos es mi amigo , está felizmente casado con Sonia…. Y yo estoy pensando que está impresionante.

Madre mía debo de tener un subidón de hormonas hoy que no me deja pensar con claridad.

Me levanté espantada de mis pensamientos y me fui a la terraza a fumar, tomar un vaso de leche y a esperar que me llegara el sueño profundo para aparcar estas ideas rocambolescas.

 

Esa noche conseguí finalmente dormir, y no pensar en la llamada, la voz y Carlos. Y así  durante un par de días. Aunque de vez en cuando mi mente intentaba llevarme a ese momento yo intentaba engañar a mi mente con algo que hacer.

Pero claro en una semana normal podría ver a mis amigos dos o tres veces, y aun habiendo esquivado el momento, se que no podría alargar el no verle,  ese día llegó y fue el viernes.

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