Después de tantos días me di cuenta de que ese beso, ese último beso, fue de despedida.
Se acercó y me beso suavemente, se alejó y volvió de nuevo a besarme más fuerte, más intenso, con más pasión y se retiró.
Cerró la puerta diciendo adiós y por la ventana le vi acercarse la mano a los labios, besarse dos dedos y lanzarlos al aire.
Su cara era enigmática, sus ojos brillaban y en su boca no había ningún gesto. Todo esto no tuvo sentido para mi hasta hoy, donde todo se desvela.
No debíamos esperar nada el uno del otro, era una cosa sabida, hablada, clara. Pero algo en mí no lo debía tener tan claro por qué ha traicionado mis pensamientos y principios haciéndose ilusiones de... la NADA.
Solo me quedan recuerdos que con el tiempo se irán diluyendo en la memoria y será entonces mi adiós definitivo.
martes, 17 de noviembre de 2015
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