Vueltas y más vueltas.
Decisiones que se quedan en el estómago.
Palabras formando nudos en la garganta.
Lágrimas locas por escapar de unos ojos rojos que escuecen.
Se encoje el pecho tanto, que te haces muy pequeño.
Las manos tiemblan.
Te encoges cada vez más.
Ya eres un ovillo.
Cierras los ojos con la esperanza de que al abrirlo, todo haya terminado.
Aguantas un tiempo indeterminado.
Pero no se ha pasado.
Vuelves a cerrar los ojos.
Respiras muy fuerte y esperas que solo sea un mal sueño.
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