domingo, 14 de agosto de 2022

Quien diría

Nunca fue una prioridad verdadera.

Ni algo que hubiera querido alguna vez. 

Pero le conoció y ya.

No hay ninguna explicación.

Y de repente un día sentada, puso una mano en su tripa y cambió todo.

Ahora tenía una necesidad ajena, que notó como propia.

Cogió su mano y la puso su mano sobre la suya, juntas.

- Quiero tu sueño contigo.

Era lo único que podía decir y lo hubiera gritado al aire de haber tenido valor.

Pero el levantó la mano despacio, podría decir que con miedo o arrepentido o abrumado o quizás todo junto.

Habían cambiado sus prioridades hacia tiempo pero calló y ahora todo estallaba en su cara. 

Por esperar, por no hablar, por no afrontar los cambios.

- No puedo. Ya no quiero.

Silencio, lágrimas, despedida y fin.

Porque cuándo no te comunicas estas cosas, pasan.


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