Ahora lo entiendo y veo cuán difícil es tener lo que anhelas cuando lo que esperas es tan excepcional e inalcanzable.
No quiero cualquier cariño, no quiero cualquier amor.
Quiero el qué me hizo crecer, el que conocí desde el día que nací.
El que acompañó siempre, el que no juzgó, el que estuvo siempre bajo cualquier circunstancia.
Llevo noches dándole vueltas buscando una fisura a su amor por mí, y no la hay.
Solo sé que se fue cuándo el también lo hizo esa clase de amor.
Amor a como soy, era entonces. A mis cambios, a mis defectos, a mis virtudes, a mis decisiones, a mis caídas, amor a mí, con mayúsculas.
Cuando creces sabiéndote querido no hay nada que lo iguale. Ni imaginar que lo supere.
Y aquí estoy queriéndome por encima de mis posibilidades, porque ya no tengo quien lo haga como tú.
No pasa nada, solo es una forma de vivir y empiezo a entenderlo ahora.
Estoy aprendiendo a no esperar ese amor y disfrutar del que llega, del que está, del que podría ser.
¿Sabré yo dar el amor como lo recibí?
Amor dado para siempre, amor pase lo que pase, sin fin, ni contraprestación, solo querer por el hecho de hacerlo a las personas por lo que son.
Creo que lo aprendí bien, pero lo preguntaré.
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