Pienso mucho. Sobrepienso.
Hasta cuando se que no debo, o cuando no va a ningún sitio, le doy vueltas una y otra vez.
Pero lo hago. Eso soy yo. Solo es un rasgo más de mi.
Y lo hice mucho en mi, en tí, en nosotros.
Si es que lo de nosotros existe.
Y lo pensé con alegría al principio, ilusión después , un poco más tarde expectación, extrañeza, anhelo, desconcierto , sosiego, espera, comprensión, resignación y aceptación.
Y cada uno de esos estados de mis pensamientos me llevó a un lugar diferente que no conocía, a uno de esos que te enseña con dolor, que deja poso y un peso gigante que oprime.
Y también pensé, que todo pasa.
Hasta lo que nos negamos a aceptar, a asumir, para llegar a conclusiones que tampoco satisfacen. Pero eso es lo que hay.
Pero yo pensé que no.
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