Poco a poco la soledad se ha colado en mí.
No, no es malo. Es absolutamente necesario en mi vida.
Es soledad elegida y buscada, por eso es bueno.
Si echo la vista atrás veo todo completo de gente, actividad, cosas. Una vida repleta de cosas que ahora sé que no eran ni son necesarias para tener la vida que quiero.
No te levantas un día diciendo quiero estar sola, no, eso no funciona así.
Pequeños momentos en los que te aíslas, y te descubres pensando en la nada, hipnotizada mirando al vacío. Y encuentras paz. Un sentimiento inexplicable para ti hasta ese momento. Y lo disfrutas y lo guardas.
Y entonces empiezas a buscar más pequeños instantes como ese que te llenan de calma. Para incluirlos en tu día a día, que te hacen sobrellevar momentos de carga.
Pasado un tiempo esos espacios de silencio contigo empiezan a cambiar para pensarte, y tomar conciencia de ti, de tu cuerpo de tu mente, haciéndote sentir que te das una tregua, una oportunidad a ti mismo. E incorporas esta nueva forma de verte en tu día a día.
Y es cuando conscientemente te dices a ti y a los que te rodean, que vas a utilizar y buscar espacios libres para ti y tu cuidado, porque sin necesarios y queridos.
Tu soledad buscada la modelas a tus necesidades. Días de limbo en los que la cabeza no piensa, momento de lectura personal de lo ocurrido en momentos determinados, meditaciones conmigo misma que hacen que encuentre luz a lugares oscuros.
¡Qué bien me haces, soledad buscada!