Tres años

Cuatro días antes, me mandaste un mensaje para despedirte.

No me puedo creer que hayan pasado ya 3 años.

Diciéndome que te recordara, como si pudiera olvidarte en algún momento.

Qué era importa para tí, a lo qué te respondí, que tú si que habías cambiado mi vida .

¡Qué pena no haber coincidido antes! 

Pero que bien aprovechamos nuestro tiempo.

¿Nos faltaron momentos ? Si, sin duda. 

¡Qué gusto tenerte en mi vida! 

Es increíble como sigues estando presente, como me gustaría que vieras todo lo que está pasando, todo lo que he conseguido.

Y saber que la culpa, la semilla de todo fuiste tú.

He vuelto a leer todos nuestros  últimos mensajes.

Y no puedo dejar de agradecerte que me pensaras, que te despidieras y me mandaras tanto amor en unas pocas líneas.

La vida sigue pero es un poco más triste sin tí.

Te echo de menos.

Dejar de

Qué cuesta arriba se hace dejar de ser, con alguien.

Se hace por convicción, esa de saber que no es sano, que no conviene y que ya no hay más.

Agarrarse a los detalles, a lo que te hizo sentir bien, te llenó, te gustó, te hizo sentir.

Mientras se olvida o se intenta, todo aquello que hizo daño. Mucho, poco, con o sin intención pero lo hizo y ahí está.

Supera con creces a lo bueno, en tiempo, en calidad, en todo. Pero algo que hace que te mantengas ahí. Si ahí, dónde ya sabes que no es. 

Repetirlo todas las veces necesarias, tampoco es infalible, no es ahí, así se está mejor, no puedes controlar todo, no es como tú deseas, necesitas, quieres o crees que debería ser.

Y aún así, después de un trabajo titánico para aceptar los noes todavía queda una mínima esperanza.

Esperanza a la que no hay que creer porque es solo una ilusión.

Pero no por eso deja de dañar.

Pensé

Pienso mucho. Sobrepienso. 

Hasta cuando se que no debo, o cuando no va a ningún sitio, le doy vueltas una y otra vez.

Pero lo hago. Eso soy yo. Solo es un rasgo más de mi.

Y lo hice mucho en mi, en tí, en nosotros. 

Si es que lo de nosotros existe.

Y lo pensé con alegría al principio, ilusión después , un poco más tarde expectación, extrañeza, anhelo, desconcierto , sosiego, espera, comprensión, resignación y aceptación.

Y cada uno de esos estados de mis pensamientos me llevó a un lugar diferente que no conocía, a uno de esos que te enseña con dolor, que deja poso y un peso gigante que oprime.

Y también pensé, que todo pasa. 

Hasta lo que nos negamos a aceptar, a asumir, para llegar a conclusiones que tampoco satisfacen. Pero eso es lo que hay.

Pero yo pensé que no.

Quiero

 Saber de tí.

Tus besos.

Nuestras charlas

Tu saliva en mi piel

Tus llamadas

Nuestras bromas. 

Tus manos apretándome fuerte. 

Tus buenos días.

Sentirte cerca.

Que sepas de mí.

Follar de todas las formas que sabemos. 

Que me calmes cuando no me soporto.

Que sigamos siendo.

Que me mires. 

Que me veas.

Que me escuches.

No quiero seguir echándote de menos.

No sé cómo hacerlo.

No sé cómo decirte que 

solo es eso. 

Contradicción

 Y ahora que no estás, te echo de menos

Por eso no era una decisión fácil.

Por eso se alargó en el tiempo.

Y ahora pienso si fue buena idea.

Y me quema el teléfono en la mano , de las ganas de oírte

Porque tenerte cerca me calma, me centra, me ayuda, me da alas.

¿Y ahora?

Ahora, estaremos un poco más lejos, seremos un poco menos nosotros ... ¿solo un poco? O ¿No seremos?

Si no estás, me faltas, cuesta, te busco.

Si estás solo a ratos, es incertidumbre y sufrimiento continuo.

Si estás, todo pasa, todo está bien.

¡Cuánta contradicción! 

F I N

Cuando al pensarte solo hay pena de la historia.

Cuando molesta que ya no duela.

Cuando escribes un mensaje y lo borras.

Cuando, si suena el teléfono no quieres cogerlo.

Cuando la perspectiva de un encuentro no existe y si lo hace ya no tiene aliciente.

Cuando piensas en lo que pudo ser como algo anecdótico.

Cuando ya no te preguntas ni porqué , ni ¿Seré yo?

Cuando ya no intentas encajarlo. 

Cuando no pones interés, por algo , por todo.

Cuando es solo cuestión de tiempo, o del momento exacto.

Cuando todo está decidido.

Cuando ya no le das más vueltas.

Cuando de verdad no hay nada por lo que luchar.

Del amor al odio NO hay un paso.

Hay infinidad de ellos que no vemos, que no queremos ver.

Y los que terminamos viendo son los como carteles de neón de las carreteras americanas, se ven a la legua y llevaban tiempo allí.

Del amor al odio hay tantos pasos como pequeños reveses del día a día que asumimos como si tal cosa.

Los primeros silencios imperceptibles. 

Los pequeños malos gestos.

Las frases molestas no dichas.

Un rechazo, un olvido, una ausencia.

Son cosas cotidianas, cosas que pasan siempre, el pero es que se repitan y se alarguen en el tiempo, que se hagan tan grandes que hay más pasos que distancien que los que unen.

Y todo esos pasos juntos te llevan al paso del odio.

Somos muy exagerados, no siempre llegamos al odio. 

Pero si la indiferencia, la falta de comunicación, complicidad, ganas y cualquier tipo de amor 

Entonces, una última cosa , la que rebosa, es el paso, ese, del dicho popular.

¿En qué paso estás?