martes, 6 de septiembre de 2022

Atrapado

Sabía que no tenía que mirarte a los ojos.

No debía mantenerte la mirada.

No podía acostumbrarme a tu lengua, tu saliva, tus besos.

Qué no se me erizaría la piel, como lo hacen con tus manos.

Sabía que no había historia, solo final.

Qué los abrazos con la nariz metida en tu cuello, terminarían.

La absoluta certeza de que fue un maravilloso espejismo.

Qué hay historias que no tienen trama, solo un principio explosivo y un desenlace previsible.

No por eso menos doloroso.


Por qué lo es. 

Duele, lo sé , lo sabes. Los sabíamos.

Pero aún así, hubo historia. 

Porque quise, porque quisiste, quisimos.



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