-¿Cómo te va? Hace mucho que no se de ti.
- Bien, ya sabes me gusta ver el lado bueno, no quejarme ja ja ja.
Ella siempre riendo
-Tenemos que vernos algún día ¿No?
- No ¿Para qué? Ya estamos aquí.
Le había costado mucho hacerse a la idea, ahora que estaba superado no iba a dar un paso atrás.
- ¿No tienes ganas?
- Siempre, ya lo sabes.
-¿Entonces?
-Entonces nada. Tu no lo necesitas.
-No seas bruja.
-ja ja ja ja soy así, esto no es nuevo. Tu dejaste de querer.
-Hombre, yo...
-Estuvo bien, muy bien. Pero tu dejaste de querer, ya está, no le des más vueltas.
-Pero...
- No inventes, te dejó de compensar y yo volví a mi vida. Nunca pedí nada por que no era necesario, te lo deje fácil. Fue tú decisión.
-Anda, venga seguro que quieres.
-ja ja Si pero ya no merece la pena, lo echaste todo a perder, elegiste, apechuga con ello.
-Te necesito.
- Yo te necesitaba y aprendí a vivir con ello.
Se acercó, le agarró la cara y le besó como si no hubiera pasado el tiempo, ese tiempo que había destrozado su ilusión, su temple, sus sentimientos.
Qué fácil sería caer en sus brazos de nuevo.
- Y ¿Esto?
- Para que no olvides, para que tengas ganas de mi, para sepas qué sentí entonces, qué sigo sintiendo.
Y se fue, dejándolo pensativo, deseoso, confuso, abatido.
Sabía que se arrepentiría de ello, probablemente nadie le haría sentirse tan viva, pero a la vez vacía.
Era una decisión firme, dolorosa, para siempre. Y no paró de llorar en días.
Era una decisión firme, dolorosa, para siempre. Y no paró de llorar en días.