Estoy en una montaña rusa total, gracias a dios todo es bueno,
pero estoy desbordada, porque no hay a quien contárselo o si, no sé, no lo
tengo claro.
Lo estoy haciendo bien, bien de verdad y estoy orgullosa de mi,
y a la vez tengo miedo, pero ahora no me paraliza y eso es genial, la sensación
de saber que algo está bien hecho y por mí es algo nuevo.
No puedo parar de llorar, de algo parecido a la felicidad, y
de pena mortal por no poder contarlo a quien correspondería, pero ya está.
¡Qué contradictorio todo!
Que las cosas vayan bien, no significa camino de rosas, ni
mucho menos, llegar a este punto ha supuesto ver a mi hijo pequeño sufrir, por
cosas que le atañen pero que él no puede controlar. Ver superarse, no sin
esfuerzo, al mayor que, aunque es un espíritu libre, debe madurar y nos está
costando. Superar un millón de miedos diarios para conseguir que el esfuerzo
del trabajo este compensado, reconocido.
Nada va hacer que dé un paso atrás, son todos para adelante,
sin parar, a buen ritmo.
Estoy donde quiero estar, ahora, pero también tengo claro
donde quiero estar mañana, y voy en esa dirección.
¡Qué bien, cuando se está bien!
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