viernes, 19 de marzo de 2021

A veces los sueños se cumplen


La observaba a todas horas, no podía dejar de mirarla. Y así llevaba desde que se enteró.

Aprovechaba cuando estaba distraída, leyendo o durmiendo, ya que no le echaba cuentas y podía mirarla sin descanso, durante horas.

No se cansaba se mirarla.

Había anotado en su mente todos los cambios que veía, y estaba maravillado con ellos.

Tenía  nítido los primeros kilos de más que se notaban en las camisetas prietas, y en los gestos que hacía contrariada para aliviar la presión de la cintura.

Más tarde la marca de los calcetines y medias en los tobillos, que se hinchan más cuando caía la tarde.

El pecho que ya era generoso también había aumentado, y ella se quejaba pero el sonreía porque le parecía cada vez día más precioso.

Y la tripa le tenía obnubilado, como poquito a poco había ido creciendo sin parar notando como se estiraba la piel, como se tensaba según iban pasando los días.

Era hipnótico ese cuerpo que cambiaba por momentos últimamente. Si alguien se fijaba en el  cuándo la observaba,  veía que sus ojos brillaban emocionados y su boca era una amplia sonrisa eterna, haciendo que ella si le pillaba, se ruborizara sin remedio.

Había perdido la cabeza cuando la conoció ahora que tenía vida en ella, había enloquecido para siempre.

Era lo que quería, lo que deseó y ahora era real.


 

1 comentario:

  1. Me encanta cuando se perpetua la continuidad de la especie. El capitalismo debe seguir funcionando.

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