Lo sabe el cuerpo y la mente antes de querer ser realmente conscientes, ha llegado la hora .
Poco a poco, empiezan las rutinas para tu marcha. Recoger, terminar de vestirse, ver que todo está donde tiene que estar, revisar.
Y no es nada estraño ni especial, lo diferente es el silencio y el ritmo lento con el que se hace. No es muy lento solo lo justo para ser consciente de que irse no siempre gusta, no siempre es el mejor plan.
Van pasando los minutos como a cámara lenta pero van rápido , muy rápido.
Conversaciones de ascensor para pasar el rato.
Ya no hay miradas a la cara, ahora se pierden en algún lugar indeterminado en el aire.
Qué no nos guste despedirnos, no significa que no sean necesario.
Para volver, hay que irse. Para salir es necesario entrar.
Besos de hasta luego, nunca de adiós.
Me despido de ti para que vuelvas.
Te espero
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