Muy juntos, abrazados y con las piernas entrelazadas.
No era algo habitual tener algo de tiempo, y hoy que lo había parecía que no les pertinenciera.
Y en silencio seguían mientras sus cabezas pensaban, imaginaban, quizás soñaban.
Ella emite un sonido un poco más alto que una simple respiración y se arrima un poco más, como si necesitara que él se de cuenta de su presencia.
Él se gira, se miran, juntan sus cabezas, cierran los ojos y sonríen a la vez aunque no se ven, pero se sienten.
Y pasan minutos así y siguen en silencio ese que les impide abrir esa parte que no se atreven a creer, a pronunciar en alto pero que está ahí.
Ellos lo saben, lo notan y lo dejan pasar. ¿ Quizás para la próxima vez?