Es una sensación irracional que te parte en dos.
La cabeza sabe que no hay preocupación posible.
Las tripas tiran hacia el otro lado, lo malo, lo doloroso , la no solución.
Todo es aprendido pero las tripas aprendieron antes y ahora que ya puedes confiar , que la cabeza lo sabe, cuesta.
Es un camino largo.
Cada vez menos, porque alguien puso la mano, la paciencia y el cariño para que cambiase.
Y a pesar de las dudas y recaídas siempre hay un apoyo .
Sin juzgar y queriendo.
Y así se cambia, así se avanza y las tripas dejan paso .
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