A lo mejor solo era cuestión de decir que necesitaba verte.
Que nos debíamos por lo menos una conversación.
Pero no lo hicimos y la distancia nos comió.
El silencio empezó a ganar espacio.
Las palabras no tenían nada que decir, flotaban en conversaciones sin sentido.
El tiempo que a veces creemos que no pasa, ésta vez nos devoró y cuando nos dimos cuenta, no había marcha atrás.
No hay mucho más que hacer, ya no queda nada a lo que agarrarse, se diluyó.
Quizás el recuerdo, lo sentido, lo vivido.
Pero eso también tiene fecha de caducidad, creo.
Hubiera sido increíble.
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