Un sentimiento, una sensación, una palabra o la ausencia de ella, duele.
Levanto la cabeza, respiro y racionalizo.
Poco a poco entiendo que es una emoción mía que consigo domar.
Y entonces, zas, aparece el dolor físico.
Ese no puedo controlarlo.
Mi cabeza sabe que hay cosas que no pueden doler, no deben y lo intento, lo hago.
Pero mi cuerpo no parece pensar lo mismo.
Un latigazo muscular, un nudo en el estómago, duele. Me cuesta respirar.
En la garganta un montón de lágrimas, reproches y gritos que se quedan atascados.
Inténtalo.
Cierra los ojos, coge aire y nota como entra en tu cuerpo.
Zas, más angustia.
No puedo controlarlo, duele, duele de verdad.
¿Cómo un sentimiento, una sensación, una palabra o la ausencia de ella puede doler físicamente?
Y ese dolor deja cicatrices.
Y si algo parecido se repite, la herida se abre y vuelve a doler.
Sigo queriendo controlarlo, lo intento, creo que puedo conseguirlo.
Respira.
Deshago los nudos, lo intento, cuesta más de lo previsto.
Aquí no sirven pomadas , ungüentos , puntos.
Entonces , ¿Cómo se cura?
Respira.
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