Se puede, sí.
Porque cuándo encuentras eso que te hace clic en la cabeza, en el corazón, que te llena tanto que no sabes ni como explicarlo, a veces hasta abarcarlo, lloras si, de felicidad y sonriendo.
Porque te das cuenta de que tiene sentido lo que sientes, lo das y lo que recibes.
Porque estás lleno de amor, felicidad, cariño, agradecimiento, de cada uno de ellos o de todo junto.
Porque te sientes invencible, fuerte y completo.
Porque el cuerpo se estremece con cada lágrima de felicidad que recorre más mejillas.
Porque estás donde habías soñado y ha llegado.
Y lloras. Mucho, muchísimo mientras no paras de reír.
Eso es llorar de felicidad
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